"Educación digital y generación de empleos son factores esenciales en los que hay que volcar esfuerzos como sociedad y país", expresó el Ing. Carlos Slim, en el evento realizado por organizaciones de ingenieros y arquitectos con motivo del 50 aniversario de su Titulación como Ingeniero Civil por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
28 de mayo de 2013. Palacio de Minería, Ciudad de México.



Al cumplir 50 años de haberse titulado, el Ingeniero Slim recibió un emotivo homenaje organizado por la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México (AIAM), el Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM), la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), la Sociedad de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería de la UNAM (Sefi) y la Cámara Nacional de Empresas de Consultoría (CNEC). El reconocimiento conmemorativo lo recibió el Ingeniero Slim de manos del Rector de la UNAM, Doctor José Narro Robles.

Amigos, colaboradores, excompañeros de la Facultad de Ingeniería y maestros de la UNAM, se dieron cita en el Palacio de Minería para acompañar al Ing. Slim quien afirmó: "Para que un país crezca necesita tener infraestructura física, una población educada y ofrecer posibilidad de empleo a los jóvenes, por lo que es claro que hay que invertir para tener actividad económica y desarrollo", y subrayó que "el empleo es la única solución permanente para la pobreza".

Asimismo, el Ing. Slim destacó la necesidad de la educación digital y de calidad, usar la tecnología para la enseñanza, con lo que se daría un salto cualitativo y cuantitativo. Para ello, puntualizó, "es indispensable el acceso a la banda ancha para todos y ofrecer en la red cursos, contenidos y aplicaciones locales, nacionales e internacionales".

Por su parte el Rector de la UNAM, Doctor José Narro Robles, al referirse al Ing. Slim dijo: "Es todo un universitario y un mexicano extraordinario".

Durante el homenaje que se le ofreció, el Ing. Carlos Slim estuvo acompañado por su familia, sus hijos y nietos.


Palabras del Ing. Carlos Slim durante el evento conmemorativo del 50 aniversario de su Titulación como Ingeniero Civil por la Universidad Nacional de México (UNAM), el 28 de mayo de 2013, en el Palacio de Minería.

Buenas noches. Agradezco francamente muy emocionado la organización de este evento conmemorativo de los 50 años de haberme titulado Ingeniero Civil en la Facultad de Ingeniería de la máxima casa de estudios, la UNAM. Este gusto que comparto con mis compañeros de la Generación 57, aquí presentes.

Agradezco de manera muy especial que nos honre con su presencia nuestro muy querido y admirado Rector, doctor José Narro Robles. Gracias doctor.

Así como la presencia del director de la Facultad de Ingeniería, el maestro Gonzalo Guerrero, gracias Gonzalo, por estar con nosotros. Agradezco también a los organizadores de este evento por sus amables palabras que son para mí un gran estímulo. Al ingeniero Luis Ramos Lignán, compañero y amigo desde 1955, desde la Escuela Nacional Preparatoria, presidente de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México.

Al ingeniero Clemente Poon Hong, presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de México; al ingeniero Luis Zárate Rocha, presidente de la Cámara de la Industria de la Construcción; al ingeniero Luis Ascencio Almada, presidente de la Sociedad de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería; al ingeniero Mario Salazar Lazcano, presidente de la Cámara Nacional de Empresas de Consultoría; a los distinguidos miembros del presídium. Gracias “Tito”, por tus palabras, también te agradezco mucho.

A los ingenieros, funcionarios federales y locales que aquí nos acompañan, a tantos amigos que me cuesta mucho trabajo, puedo tener omisiones. Su eminencia, el cardenal; al querido Diego Fernández; al presidente del Tribunal, Edgar, muchas gracias por estar acá.

Carlos Payán, José Sulaimán, Epigmenio, tantos amigos, Fernando, Pepe y tantos compañeros de la Universidad y de la Facultad, y maestros muchos de ellos todavía, después de tantos años, les agradezco a todos su presencia, y a la familia, colegas y compañeros, como decía hace un momento, y amigos todos los que nos acompañan, me acompañan en esta ocasión tan emotiva.

En aquellos tiempos, cuando era niño, bueno, no cuando era niño, cuando estaba en secundaria, había que decidir desde secundaria cuál era nuestra carrera y cuál iba a ser nuestra profesión, y tuve dos grandes aciertos: uno, estudiar ingeniería y el otro hacerlo en la UNAM y hacerlo en la UNAM desde la preparatoria.

Así, después de mi kinder, en que estuve hasta cuarto año, en que éramos cinco en los salones, pero era laica, privada y mixta, cosa extraña en aquellas épocas, y luego con los Agustinos hasta la secundaria, en que en toda la secundaria éramos 40, para pasar a la preparatoria donde los grupos eran numerosos con más de 65, de los cuales hay aquí varios compañeros presentes de 1955, que fue cuando entramos a la Universidad y a la preparatoria.

Y la UNAM, que era y sigue siendo un gran mosaico nacional abierto, plural, diverso, que la libertad sólo está limitada por la responsabilidad y el interés por aprender y saber.

Los alumnos proveníamos de los más diversos lugares de toda la República, de los más diversos niveles sociales, económicos, de las más diversas formas de pensar, era en suma un mosaico de todo el país, que incluía además a muchos compañeros de Centroamérica y algunos un poco más allá de Centroamérica.

Esos fueron años en que pudimos apreciar, sin duda, la importancia de la educación pública, que constituye la mejor posibilidad que puede ofrecer un país a su población de mejorar y nivelar las oportunidades a todos a través de la educación pública de calidad.

A través de la pluralidad y diversidad de nuestros compañeros, de nuestros maestros, conocimos mejor al país, convivíamos en armonía, teníamos amistad; en muchos casos esa amistad, como la de nuestra generación 57, después de tantos años, sigue en buena parte gracias a nuestro presidente Fructuoso Pérez -así se llama-, al que le agradezco su empeño y su divertido liderazgo de tantos años.

Nuestra vida en la UNAM fue y es mucho más que conocimientos académicos; nos formamos en nuestra alma mater conscientes de las realidades de nuestro país y de nuestras responsabilidades. Tuvimos grandes maestros, uno de ellos que nos acompaña en esta reunión, que a sus 86 años nos sigue enseñando, nos sigue enseñando, sigue trabajando intensamente, continúa siendo ejemplo de trabajo, de conocimientos, de amor a la ingeniería, a la UNAM y al país: el ingeniero Daniel Ruiz.

A pesar de las críticas que podamos hacer a la educación y las necesidades de que ésta se transforme de manera sustancial en muchos lugares, quisiera, si me permiten, hacer lectura de un artículo que escribió Enrique Krauze este domingo, hace dos días, sobre sus dos maestros, y quiero referirme específicamente a uno: al maestro Enrique Rivero Borrell, que fue un gran maestro de todos nosotros.

Dice: “Y como los oradores romanos, impartía su cátedra de pie, con voz pausada y suave. Nunca faltó a su clase. Con impecable letra palmer desarrollaba sus temas en el pizarrón o, mejor dicho, los dibujaba, sin voltear la mirada a su público. Así recuerdo cuando se explicó la teoría de conjuntos y otros arcanos.

“Desde las bancas, los jóvenes rapados, los perros de primer año, los novatos, seguíamos en silencio aquella melodía visual. Lo que nos fascinaba era la claridad y el rigor en que el maestro nos guiaba para entender desde su esencia, no mecánicamente, los conceptos.

“Al final, contemplaba con orgullo aquel efímero mural matemático, del que tampoco nosotros podíamos desprender la mirada. Nadie quien tomase en serio la clase de Rivero Borrell podía salir al mundo de otras disciplinas, por más remotas que fueran, sin una estructura o al menos una exigencia de estructura. Lo que el maestro transmitía no era sólo un conocimiento, sino una forma de llegar al conocimiento”.

Termino con este otro párrafo: “Nos enseñó a amar las matemáticas, como se ama a la poesía o la historia, como a una musa que no exige sólo inspiración e imaginación, sino precisión, constancia y coherencia. Nos transmitió un código ético hecho de observación y fundamentación; nos regaló el método científico en cada rúbrica. Queda esto demostrado”.

Hago esta observación para subrayar la importancia en la carrera, que tuvimos la fortuna y el lugar donde pudimos estudiar ingeniería y en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, de cómo era la educación que nos tocó, gracias a tener la fortuna de que la mayoría de nuestros maestros eran de muy alta calidad, no solamente en sus conocimientos, sino pedagógica.

Por otra parte, después de tantos años de vida empresarial, de las actividades de las fundaciones, del interés y curiosidad por conocer algo de historia, de economía y sobre todo la evolución de las civilizaciones y los cambios civilizatorios y los cambios civilizatorios con sus diferentes paradigmas, que en esta nueva era tecnológica del conocimiento, de la información, que es una sociedad de servicios, tiene paradigmas 180 grados opuestos a los de las viejas sociedades agrícolas. Veo con más claridad que nunca, que independientemente de muchos otros esfuerzos que tenemos que hacer como sociedad, como país y en lo individual, hay dos factores fundamentales, esenciales, de la mayor importancia: la educación, y hablo de la educación moderna, de la educación digital, superior, de calidad; y la generación de empleos.

Son dos de los grandes objetivos a los que tenemos que volcar buena parte de nuestros esfuerzos. Esa generación de empleos, abundantes y en especial para ofrecérselos a los jóvenes de nuestro país.

Es claro que también para llegar a educación de calidad se requiere nutrición de la madre en el embarazo, buena nutrición. Lo sabemos en la UNAM muy bien, el Rector lo tiene muy claro y lo ha estado impulsando y corrigiendo. Necesitamos buena salud, pero necesitamos también una gran educación.

En donde hablo de transformar la educación es pasar de memorizar para un corto plazo de conocimiento, a razonar, a investigar, a innovar, aprender a aprender es lo que necesitamos; pasar del texto al contexto, pasar de -se oye medio feo- de domesticar de alguna forma a enseñar, a formar; pasar de ser aburridas las clases a hacerlas divertidas, interesantes, que despierten nuestro interés por el conocimiento. Afortunadamente nosotros pudimos disfrutar de muchas de estas ventajas. De pasar de ser una educación dogmática a la reflexión, a la discusión y de escuchar pasivamente a debatir, a discutir, a entender, a investigar, a informarnos.

Es claro que para la educación en esta nueva sociedad podemos dar un salto cualitativo y cuantitativo enorme al usar la tecnología para educar. Comentaba hace un momento sobre la asociación que hicimos con la Khan Academy, y la verdad es que en esta ecuación se requieren dos cosas: el acceso a la banda ancha para todos, dar acceso a todos a la red, por un lado; y por otro lado, ofrecer en la red cursos, ofrecer en la red contenidos, ofrecer en la red aplicaciones diversas, algunas de carácter internacional y otras locales y nacionales, es en lo que tenemos que trabajar.

Afortunadamente estamos trabajando con la UNAM para buscar que se hagan estos cursos y estamos también planteando que no sean los cursos solamente de tipo académico, sino también vocacional, o sea, capacitar a través de la red para encontrar trabajo, para capacitarse para el trabajo. Son áreas en las que pensamos que en tanto nuestra población y principalmente los jóvenes tengan una mejor capacitación, un más rico espectro, abanico educativo, más fácil pueden encontrar mejores trabajos.

El empleo. El empleo es la única solución permanente a la pobreza y por supuesto el buen empleo permite el sustento de la economía y retroalimentación del desarrollo. El trabajo –como decía- es una necesidad emocional que, además de dignificarnos, ofrece un estímulo para el esfuerzo, nuestra superación y nuestro desarrollo humano. Necesitamos tener más y mejores ofertas de empleo.

Es muy importante que en esta etapa, después de que hemos vivido pues desde el desarrollo de la modernización que se hizo a finales del siglo XIX y principios del XX, en la Era del motor de vapor, con los ferrocarriles y diversas inversiones importantes, mercados, más urbanización, más servicios en la ciudades. El empuje que hace 80 años tuvo el país, desde los 30, para crecer al 6.2 durante 50 años, en el que hubo la gran construcción de nuestros antecesores, los ingenieros, los camineros, etcétera y en la que destaca la de ICA hace 60 años. Que por cierto, el ingeniero Quintana fue padrino de esta generación, cosa que ahora es Bernardo desde hace algunos años también. El desarrollo que ha hecho, la inversión que ha realizado.

Para mí no hay la menor duda que para que un país crezca, para que un país se desarrolle, necesita tener infraestructura física, necesita tener una población educada, necesita ofrecer posibilidades de empleo a los jóvenes, por lo que es claro que hay que invertir para tener actividad económica, hay que invertir y tener actividad económica para tener desarrollo, para tener posibilidades de empleo.

Se ha platicado, es uno de los programas del gobierno, creo, crecer al 5%. Crecer a esos niveles requiere invertir de 250 a 300 mil millones de dólares al año; la inversión extranjera en el mejor de los casos son 40 mil, que es el 15%. Es muy importante impulsar la inversión nacional pública y privada.

En este sentido es donde, en los últimos años, la ingeniería, y claro, una de las razones de que la ingeniería esté funcionando a los grandes proyectos que se han realizado en los últimos años, es que sigan activos o que sigamos activos muchos de los ingenieros aquí presentes, no sólo el ingeniero Ruiz, Daniel Díaz Díaz, Eugenio Laris, muchos de nosotros que seguimos todavía activos, trabajando en este campo.

No cabe duda que buena parte de esta inversión y buena parte del empleo que se vaya a generar está en la inversión de capital físico, está en la construcción de vivienda, en la construcción de los sistemas de agua y saneamiento, las carreteras, presas, con comunicaciones, telecomunicaciones, etcétera.

Ahí es donde, afortunadamente, los ingenieros podemos responder cuando vengan las demandas de inversiones superiores, como lo hemos hecho cuando ha habido un reclamo de las grandes obras de infraestructura.

Por otro lado, hay que impulsar aquellas nuevas actividades generadoras de empleo, como son la tecnología de la información y las antiguas, hay que apoyar al sector agropecuario que está bastante, no sé que palabra usar, pero vamos a importar entre 15 y 20 millones de toneladas de granos, que es una de las mayores importaciones de la historia.

Tenemos que empezar a buscar tener un abastecimiento interno superior, las pequeñas y medianas empresas, muchas de las cuales son del sector de la construcción.

En resumen, y para no alargar más, son las dos actividades que veo esenciales: educación, educación de calidad, intensa, usando nuevas tecnologías, donde se puede bajar sustancialmente el costo de la educación de alta calidad, y gratuita, y por supuesto la generación de empleos.

Y en esta generación de empleos creo que la función de los ingenieros y de las empresas de construcción, de consultoría, tienen una función muy importante.

Muchas gracias, y agradezco a todos que me hayan acompañado en este día.

 

 

El presídium del evento estuvo conformado por: el Ing. Carlos Slim Helú; Dr. José Narro Robles, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; el Ing. Luís Ramos Lignan, Presidente de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México; Ing. Luís Zarate Rocha, Presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción; Ing. Clemente Poon Hong, Presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de México; Ing. Alfredo Elías Ayub, Coordinador del Grupo Voz Unificada de la Ingeniería; Ing. Luís Ascencio Almada, Presidente de la Sociedad de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería; Ing. Mario Salazar Lazcano, Presidente de la Cámara Nacional de Empresas de Consultoría; Ing. Gonzalo Guerrero Zepeda, Director de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México; Ing. Pascual Ortiz Rubio; Presidente de la Gran Comisión de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México, y el Arq. Felipe de Jesús Gutiérrez, Vicepresidente de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México.













 

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