Donaciones de magnate mexicano ayudan a revitalizar el Centro Histórico de la ciudad capital
4 de octubre, 2012

Por Caroline Preston
Ciudad de México

Adrián Pandal camina entre los peatones de una atestada calle del Centro Histórico de la Ciudad de México, deteniéndose de vez en cuando para señalar  un nuevo restaurante en un palacio del siglo 18 restaurado, un templo religioso con nuevo sistema de sonido y apartamentos donde antes había edificios desiertos.

El señor Pandal dirige un grupo conservacionista financiado por Carlos Slim Helú, el multimillonario mexicano. Los esfuerzos de su grupo para revitalizar el barrio, muy abandonado después del sismo de 1985, ilustran el enfoque del señor Slim para resolver problemas sociales. Escéptico de si la filantropía puede hacer una gran diferencia, el señor Slim dice que prefiere encontrar maneras de producir resultados positivos, obteniendo ganancias al mismo tiempo.

Un intento previo de restaurar el centro de la ciudad falló, dice el señor Pandal, porque estuvo basado en abrir nuevos museos para atraer negocios y tráfico peatonal. Cuando el jefe de gobierno de la ciudad solicitó ayuda al señor Slim para revitalizar la zona, Slim decidió abrir tiendas como Sanborns, su cadena de restaurantes y menudeo. También compró edificios de apartamentos y los reconstruyó para sus empleados y artistas de la ciudad.

“Tienes que darle vida”, dice el señor Slim al describir el esfuerzo de revitalización.


Enfoque en ganancias

Su grupo conservacionista inició también programas de asesoría y salud para los residentes del barrio ─pagados con el ingreso de un estacionamiento propiedad del señor Slim, que deja 5 millones de dólares al año.

El señor Slim, que ahora trabaja en un proyecto de revitalización similar para Acapulco, dice que hay “mucho” trecho para los programas sociales simultáneamente “redituables”. Estos programas podrían incluir no sólo proyectos de infraestructura, dice, sino préstamos bancarios para los pobres.

Encontrar maneras en que los programas se sostengan por sí mismos significa también que su dinero no es gastado en costos de colecta de fondos, para los cuales el señor Slim expresa disgusto. “Es un negocio” de la profesión de colectores de fondos, dice.

 

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