Conferencia de Carlos Slim Helú, El Big Bang Tecnológico

El Big Bang tecnológico del Siglo XX ilumina y transforma a la civilización no sin grandes dolores, producto de costosos experimentos socio-políticos y económicos, liberticidas que conducen a guerras y miserias.

Llega con nuevos paradigmas, opuestos ciento ochenta grados a los de las sociedades agrícolas, que prevalecieron 10 mil años, en las que el poder es monolítico: político, religioso y económico.

El desarrollo tecnológico de la primera mitad del Siglo XX, producto principalmente de la ciencia del Siglo XIX, nos conduce, con el motor de combustión interna y la electricidad, a transformar a los países de sociedades agrícolas y rurales a sociedades industriales y urbanas, aumenta la productividad muchas veces. El hombre se comunica a la velocidad de la luz y se transporta a la del sonido en lugar del vapor y del caballo. Este cambio civilizatorio crea gran riqueza especialmente en los países que más destacan en adoptar estos cambios tecnológicos, mejorando el bienestar de su población, creando una muy amplia clase media con acceso a numerosos y diversos bienes y servicios cuya demanda retroalimenta su desarrollo económico y social.

Esto se logra a pesar de la explosión demográfica y las grandes guerras que destruyen en unos años lo construido en muchas décadas.

Los países que se desarrollan, son principalmente los europeos, Estados Unidos, Canadá y Japón, rezagándose otros que habían brillado en las sociedades agrícolas por la riqueza de sus recursos naturales. Los que atienden su economía doméstica desarrollando su capital humano y físico: salud, educación, infraestructura y vivienda.

Durante la Segunda Guerra se acelera el desarrollo tecnológico y en la postguerra avanza rápidamente la ciencia, sus aplicaciones y la productividad de modo que en los años 50, en Estados Unidos, la mayor parte de la población económicamente activa se ocupa en los servicios; es una sociedad terciaria que encabeza la transformación en la que cada día es más fácil crear riqueza. Paradójicamente existe más pobreza y rezagos, pues abundan los países que viven en sociedades rurales, agrícolas, en el autoconsumo, sin educación y faltos de atención médica elemental. Constituyen hoy más del 50 por ciento de la población.

Los paradigmas de esta nueva civilización: la democracia, la división de poderes, la libertad, la seguridad física y la jurídica, la pluralidad, la diversidad, la creatividad, los derechos humanos, el cuidado del medio ambiente, la educación superior moderna y de calidad, son opuestos al poder monolítico, al pensamiento único, al estado omnipotente, a los gobiernos totalitarios, a la dictadura del proletariado, la insalubridad, la ignorancia, la inmovilidad social, política, económica, territorial y al trabajo físico sin preparación.

También se contraponen la globalización económica, financiera, comercial y laboral, la competencia, la productividad, las referencias internaciones, la movilidad laboral, con la autarquía, las economías cerradas, y las protegidas en exceso permanentemente.

Con una buena perspectiva histórica podemos tener noción del pasado y del presente para tener una clara visión del futuro. Con ella podemos conducir a nuestros países rápidamente, en una generación, al desarrollo y al bienestar de nuestra población. Nos han enseñado el camino España, Portugal, Corea y varios países del sudeste asiático y hoy lo hacen Europa Central, Grecia, China, India, Chile, Brasil y México.

Esta civilización tecnológica, digital, de la información y del conocimiento o de servicios que se inicia en los años 50, que Shriver escribe en los 60 y los Toffler describen en los 70, se acelera y se hace patente para muchos en los 90. Moore anticipa su crecimiento exponencial con la llamada ley de Moore. La tecnología nos facilita, a los países atrasados, entrar en el círculo virtuoso del desarrollo con empleo y acceder al bienestar de la población de manera sostenida y sustentable, con estabilidad y finanzas públicas sanas haciendo de este proceso de desarrollo la mejor inversión nacional y extranjera. Los grandes rezagos son retos y oportunidades empresariales: modernizar nuestro sector agrícola, construir nuestra infraestructura, ofrecer nutrición, salud y vivienda a la población y una educación superior de calidad, generan empleo mejor remunerado, poder adquisitivo, fortalecen el mercado interno y la capacidad de conectarse a la red.

En resumen, lo que requerimos es la formación de capital humano y de capital físico.

Los países subdesarrollados, en general, han moderado el crecimiento poblacional y ofrecen para los próximos años un bono demográfico con una numerosa población joven en edad de educación superior y trabajo calificado. No ofrecerlo provoca la emigración, conflictos sociales y subdesarrollo.

Una de las virtudes fundamentales de la promesa tecnológica es que en vez de buscar la explotación del hombre, se sustenta y desarrolla con su bienestar.

Aunque para acceder al desarrollo no hay recetas universales, sí hay objetivos comunes, condiciones macroeconómicas necesarias e instrumentos semejantes.

Nuestros países necesitan adoptar una cultura digital que acelere el proceso y siendo las telecomunicaciones el sistema nervioso de esta sociedad tecnológica es importante que la población tenga acceso a ella con la tecnología más avanzada. Afortunadamente los intereses económicos concurren y conducen a una mayor penetración, precios más bajos y mejor tecnología.

Es necesario también estar conectados a la red incluso en poblados rurales y hacer uso de ella para educación, salud, información, entretenimiento, y despertar el apetito por el conocimiento, para ello, financiar a mediano plazo la conexión incluyendo la computadora especialmente a maestros tanto de educación básica como superior, que forme parte de sus prestaciones.

Se han hecho grandes inversiones, por numerosas empresas en todo el mundo y abundan las redes de fibra, que facilitan la difusión de la cultura e inclusión digital.

La tecnología, que no se detuvo al reventar la burbuja del mercado accionario, por fin está llegando a la famosa y esperada convergencia de voz, datos y video que, en donde los reguladores no obstaculicen, popularizará la banda ancha, enriqueciendo los contenidos, generando una gran inversión y competencia que hará accesible todos los servicios en condiciones atractivas a la población.

La tecnología es global, pero los servicios pueden ser locales o regionales, y siempre requerirán inversiones importantes dado el rápido desarrollo tecnológico y del mercado.

Los gobiernos deben promover el desarrollo de todos los servicios y los empresarios que participen deben comprender que no es un negocio de corto plazo, de utilidades rápidas, de poca inversión y trabajo. Que es un buen negocio, de mucha inversión, de mucha competencia, de precios cada vez menores, de grandes volúmenes y de amplia cobertura.

No tengo duda que la llamada revolución tecnológica de la información es cada día más accesible a los países rezagados y en vez de ampliar la brecha con los desarrollados, es el puente para acceder al bienestar de nuestra población.

Este cambio civilizatorio no es una alternativa, es una realidad que implica grandes transformaciones que son necesarias conducir para evitar costosas crisis.

La rápida incorporación a la economía moderna, de la sociedad hoy marginada, ocasionará desajustes en el mercado de bienes básicos, creando una volatilidad indeseable que puede ser grave en algunos casos como en los energéticos. Son necesarias instituciones y tecnologías que anticipen estos problemas.

Los países seremos cada vez más globales y más locales fortaleciendo nuestra identidad, nuestra cultura, nuestra economía e insertándonos en la globalización de acuerdo a nuestros intereses y circunstancias, pero sin duda adoptando y adaptándonos a esta nueva civilización.

Carlos Slim Helú.
Noviembre 20, 2004.

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